Pasar al contenido principal
Redacción central

Por las noches La Ceja se convierte en tierra de nadie

Sin presencia de policías ni funcionarios municipales, las calles y avenidas de la Ceja de El Alto por las noches se convierten en tierra de nadie, ya que son tomadas por amigos de lo ajeno quienes “hacen de las suyas”.

“No tienen miedo, de frente te agarran y te roban no más”, dijo un vecino al comentar que en las noches es muy peligroso caminar por las calles de la Ceja.

La circulación de vehículos es hasta las 18.00 horas, una hora después el centro alteño empieza a vaciarse, pocas tiendas quedan abiertas, en su mayoría son negocios de comida rápida y alguno que otro comerciante ambulante camina tímidamente.

Antes de la cuarentena, en la Ceja la conglomeración de transeúntes y de vehículos era un constante dolor de cabeza, ahora este lugar y sus calles aledañas atemorizan por que los antisociales aprovechan la noche para cometer asaltos bajo la complicidad de las restricciones.

“Antes por lo menos tenían miedo porque estos lugares sabían estar llenos, pero ahora el lugar queda vacío y oscuro. Eso aprovechan los ladrones y los k´olos para asaltar a la gente”, cuenta un ciudadano que pertenece a una empresa de pollos, que trabaja en el turno de la noche coordinando entregas del producto a las diferentes tiendas.

ORGANIZADOS

Se cree que los delincuentes están organizados, siguen a las personas, cuando las ven solas los atracan y por lo general utilizan armas blancas para amedrentar a sus víctimas a quienes les arrebatan sus pertenencias de valor como celulares, joyas y otros.

Si bien la circulación de personas se limita a la mañana y la tarde, varias personas de empresas privadas se ven obligadas a cumplir con su trabajo nocturno, sobre todo aquellas dedicadas a la distribución de alimentos de primera necesidad, que en muchos casos no cuentan con un vehículo para trasladar a sus trabajadores.

Las pocas tiendas abiertas podrían ser la salvación de las posibles víctimas, pero también es sabido que, pocos se animan a ayudar por temor a represalias, “cuando te roban la gente mira nomás, no hace nada y los de las tiendas igual, tienen miedo a que los rateros les hagan algo”, dijo el entrevistado.

“Esa gente no está en su sano juicio, están borrachos o drogados, ni cómo decirles algo, si les molestas, te gritan, te insultan e incluso sacan su arma blanca para amenazar. Antes por lo menos podías correr a la FELCC, pero ahora ni eso tenemos”, afirma otro vecino.

El lugar es aún más peligroso para las mujeres, porque los grupos organizados, las acosan física y verbalmente, para después robarles; por eso se recomienda no salir solos y transportarse en vehículos seguros.

Asimismo, los choferes que se arriesgan a trabajar en la noche, están expuestos a cualquier tipo de acción insana por parte de los antisociales. “A veces nos confiamos mucho, hasta podríamos subir a mujeres, pero incluso algunas de ellas están en contacto con los delincuenciales. Así que sólo subimos a personas que nos den confianza, ya que están en acuerdo con otras personas”, comentó un chofer del servicio público.

Trabajadores, vecinos y los propios choferes piden mayor resguardo policial para evitar que las calles y avenidas aledañas de la Ceja sean conviertan en arteras del asalto nocturno.

En Portada