Alteños salen de casa sin temor al coronavirus
La feria de la zona Extranca-Río Seco del Distrito 4 de la ciudad de El Alto se volvió “incontrolable”. La actividad que sólo se realizaba dos días a la semana (martes y viernes), ahora se lleva adelante toda la semana desde que el Gobierno nacional resolvió la cuarentena total por el coronavirus y su ampliación hasta el 30 de abril.
Dirigentes vecinales tuvieron que salir a dar la cara por su urbanización y hacer frente a las comerciantes de variados productos que se asentaron en la avenida Juan Pablo II, asegurando, que no son de la zona y demandando una norma de ferias al Municipio alteño, pero olvidando que la ley Municipal 191 prohíbe cualquier asentamiento en vía pública.
AUXILIO
Ante todo los vecinos clamaron auxilio a la Policía y a los militares para que pongan orden en el lugar, que es conocido como una zona comercial troncal, con bancos, ferreterías, pensiones, alojamientos y otros, donde además se encuentra el Hospital Del Norte.
También es una zona que lleva a algunos de los distritos rurales que tiene El Alto y justamente la mayor cantidad de personas que llega a la improvisada feria son de esos puntos; y no llegan solo caminando, también el transporte público trabaja encubierto y “trameando”, como haciendo un favor a esa gente que evidentemente ignora los peligros del virus y que son de escasos recursos, con un nivel de estudio bajo, desempleados, por tanto, con muy pocas oportunidades en la vida.
El temor de los vecinos es que la zona Extranca-Río Seco se convierta en un punto de infección del COVID-19, porque no se cumple la cuarentena, pese al vano esfuerzo de la Intendencia Municipal, la Policía y los militares, con operativos en las madrugadas e incluso entregando barbijos a la gente que no puede acceder a las medidas de bioseguridad.
“Todos los días venden aquí ¿Dónde está el control? Queremos que Ferias y Mercados nos manden batidas para estas señoras porque hay exceso de vendedores y los vecinos quedamos mal”, dijo impotente el dirigente de la urbanización.
“No podemos con tanta gente, no sabemos de dónde viene la gente, es demasiado la venta acá y eso nos preocupa a nosotros, porque el Hospital Del Norte está acá cerca y hay muchos contagiados ahí”, aseveró otro representante.
SIN APOYO
Las subalcadesas de los distritos 4 y 5, reconocieron que el tema se les escapó de las manos, porque simple y llanamente no cuentan con el apoyo de la gente que sale a comprar los productos de primera necesidad. “Los hemos tenido que levantar de la calle con el equipo de fumigación, pero ahí también tuvimos problemas, porque los mismo compradores son los que los defienden”, dijo Hilda Choque, subalcaldesa del Distrito 4 a tiempo de aclarar que las vendedoras no tienen ni barbijos ni guantes.
La subalcaldesa del Distrito 5, Maribel Chávez, manifestó que se pidió el apoyo de la policía para hacer el desalojo de las comerciantes. El jueves, se vio a un importante contingente policial antimotín en la Extranca-Río Seco, pero no lo suficiente porque los alteños en las calles eran mucho más. Era como el juego del “gato y el ratón”, mientras los uniformados lograban desocupar las calles que volvieron ayer a amanecer de comerciantes, éstos se escondían en las vías paralelas a la Av. Juan Pablo II, listos para volver a salir.
Muchos de los vendedores aseguraron ser pobres y que debían trabajar, pese al COVID-19 y pese a los bonos que entrega el Gobierno central, conociendo de la crisis económica en la que dejará la enfermedad, con una obligada cuarentena a muchas familias alteñas y del país. Pero algunos de los comerciantes eran también de la misma zona Extranca-Río Seco, porque ingresaron fácilmente a sus viviendas tras los operativos del control para no ser detenidos.
LARGAS FILAS
Los casi ocho bancos que hay en la zona del Distrito 4, mantuvieron largas filas durante la media jornada que están permitas operar para cancelar con prioridad el bono familiar y la renta dignidad. En muchos de ellos, no se respetaba el metro de distancia y no todos los interesados llevaban barbijos ni guantes. La persona que pedía se acate la distancia, era recriminada por otros. “No hay que tener miedo, voz primero te vas a contagiar con coronavirus”, le dijo una mujer de pollera a otra.
Si bien la necesidad obligaba a algunos de los comerciantes, la mayoría mujeres, para salir a arriesgar la vida en las calles y por unas cuantas monedas a lo largo de la Av. Juan Pablo II habían tiendas con las cortinas a medio abrir de pintura, electrodomésticos, motores y hasta pensiones que ofrecían almuerzo, pollo al horno y que aprovechaban el poco control de los uniformados.
El trabajo de la Policía y militares es titánico más que todo en estas circunstancias cuando el enemigo es invisible y hasta letal; se hace imposible concretar la cuarentena en una ciudad de casi un millón de habitantes. Desde la Extranca-Río Seco hasta la Chacaltaya solo en un punto (altura UPEA) dos militares controlaban el carnet de identidad en medio de decenas de personas que circulaban por la vía en bicicletas o a pie. Ni que se diga de los motorizados que circulaban con normalidad, tanto, los que tenían autorización como los que no contaban con ella.
Así como en Extranca-Río Seco, se conoce de puntos como Senkata, Villa Adela, Alto Lima, Puente Bela y otros, donde no se cumple la cuarentena, con ferias que aglutinan a personas como tentando al virus que ya se llevó miles de almas en el mundo. Y aunque la alcaldesa Soledad Chapetón dijo que el 90% de los alteños se sometía a la cuarentena para evitar el COVID, ahora analiza un posible “encapsulamiento” de la urbe “joven y rebelde”.