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España, donde las discotecas importan más que escuelas

Fútbol, playas, corridas de toros y discotecas. Las prioridades en la apertura de España tras meses de confinamiento se podían leer como una declaración de intenciones sobre la visión del país. Finalmente, a una semana del comienzo del curso escolar, nuestros políticos han decidido abordar lo que consideran menos urgente: la educación de millones de estudiantes.

Atrás quedan meses desaprovechados, advertencias ignoradas y planes por hacer. La falta de previsión que ha sumido en el desconcierto la reapertura de las escuelas es parte de una gestión lastrada por la opacidad, la falta de datos fiables, la inconsistencia y la lentitud de reacción por parte de los gobiernos central y autonómicos. Y así, tras sufrir una de las peores primeras olas de contagios, España se enfrenta ahora al peor rebrote de Europa.

La pandemia ha desnudado un modelo escaso de medios, con un profesorado mal pagado y desmotivado, planes de estudio anclados en el siglo XIX y una creciente desigualdad que permite a las familias con recursos eludir las carencias del sistema con apoyo extraescolar, enseñanza privada y cursos en el extranjero para sus hijos.

El resultado es que España incumple los requisitos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de los expertos del Instituto de Salud Global de Harvard para una apertura segura del curso escolar, incluido el de mantener un número de contagios inferior a 25 casos por cada 100.000 habitantes.

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