Humilde mujer vende sus cosas para resistir la crisis
A poco más de cuatro meses de cuarentena por el coronavirus varios sectores quedaron desamparados y afectados por la crisis como los ancianos, madres solteras, padres de familia quienes quedaron sin trabajo y personas con discapacidad los que más sufren más para llevar un plato de comida a sus casas, es por eso que activistas de “Tener Hambre No Es Un Delito” se unen para llevar alimentos a los más pobres.
Uno de esos casos es el de Julia Flores, una joven madre soltera de 28 años, quien llegó de provincia para trabajar, se vio obligada a dejar a sus tres hijos menores con sus abuelos para poder ganar un poco más de dinero en la ciudad de La Paz, vendiendo verduras y otras cosas.
Alquiló un cuarto de tres por tres metros cuadrados a principios de este año, donde sólo tenía una pequeña cocina, su garrafa y un catre para poder descansar y ahorrar lo poco que ganaba al día.
Lamentablemente, cuando todo parecía ir “viento en popa”, se decretó la cuarentena nacional por la presencia del Covid-19 y se paralizó toda la economía del país. Flores ya no podía salir a vender, no podía trabajar, no podía comprar comida y menos viajar para estar junto a sus hijos.
Frente a ese panorama, la pobre madre de familia no sabía qué hacer y comenzó a vender su catre, su cocinita y sus pocas cosas para pagar el alquiler, donde además, sufrió el maltrato y la indiferencia del dueño de casa que le dio un ultimátum para dejar la pieza.
Ya no tenía ni para comprar comida para ella y comenzó a pedir ayuda en las calles. Después de tanto dolor y lágrimas de una madre desesperada, algunos buenos vecinos se contactaron con los activistas de “Tener Hambre No Es Un Delito” y el milagro sucedió.
Tras conocer la trágica historia de Flores, los jóvenes activistas se movilizaron día y noche por medio de las redes sociales para recaudar fondos y salir a las calles a comprar víveres para la señora Flores y sus hijos, fue tanta la solidaridad que también se logró pagar parte del alquiler al dueño de casa que tuvo que dejarla quedarse más tiempo, debido a que en ese entonces estaban prohibidos los viajes a provincias. “Ese fue uno de los tantos casos que nos llegaron al alma, la señora Flores vendía de todo, pero con la cuarentena ya no podía ni salir a las calles. Activistas de todo el país nos movilizamos y fuimos hasta el lugar donde ella vive y le demostramos que ya no volverá a estar sola”, contó Verónica Rodríguez, activista del grupo, en entrevista con El Alteño.
Con la ayuda de “Tener Hambre No Es Un Delito”, la mamá logró mandar alimentos a sus hijos y ahora sólo espera que termine la cuarentena para poder volver a ver y abrazarlos.
“En la pequeña habitación en la que vive la señora Julia Flores sólo le quedaban unas cuantas frazadas para dormir, lo vendió todo para pagar su alquiler, también sufrió el maltrato del dueño de casa que la quería votar; nosotros pagamos parte de ese dinero con nuestros propios recursos y hablamos con el dueño de casa para que ella pueda quedarse”, explicó Rodríguez con mucho orgullo por esa noble labor.
“Tener Hambre No Es Un Delito” es un numeroso grupo de activistas de los nueve departamentos y de residentes bolivianos en otros países que se movilizan por medio de las redes sociales como Facebook y Whatsapp, para coordinar, detectar y finalmente ayudar a las personas más humildes.