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Redacción central

Salvador Romero afirma que se va con la “conciencia tranquila”

El presidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Salvador Romero, renuncia al cargo y la vocalía del ente electoral por razones personales y asegura que se va con la “conciencia tranquila” de dejar un país en paz.

“Nada ha sido sencillo para alcanzar el logro de que el ciclo electoral deje una democracia fortalecida y un país en paz, cuando ni lo uno ni lo otro estaba asegurado ni era evidente en noviembre de 2019”, comenzó su discurso al recordar el momento que asumió la dirección de la máxima instancia electoral, 15 días después de que Evo Morales renunció a la Presidencia.

Romero, que asumió el mando del Órgano Electoral en plena turbulencia política y social, en noviembre de 2019, convocó a los medios de comunicación a una conferencia de prensa improvisada en la ciudad de La Paz, para anunciar que este jueves presentará oficialmente su renuncia al cargo.

“Al presentar mañana (jueves) la renuncia a la presidencia y a la vocalía, cierro una etapa personal y concluye una fase institucional, con un Tribunal presto para encarar nuevas etapas. Parto como llegué, con tranquilidad de ánimo, conciencia y espíritu”, afirmó en puertas del TSE, donde se desarrolló la conferencia de prensa.

En la gestión transitoria de Jeanine Añez, Salvador Romero asumió el mando de un TSE, blanco de las críticas y de cuestionada transparencia. 

Su principal misión fue liderar un proceso electoral que le devolviera la confianza a un país que, incluso, lamentó la pérdida de vidas tras las elecciones de octubre de 2020, que fueron anuladas por un supuesto “fraude”.

“El organismo y el proceso electoral fueron golpeados con saña por doquier. Amenazas, hostigamientos desde todos, o casi todos los frentes políticos, a veces sucesivos, en otras ocasiones, simultáneos; presiones de organizaciones sociales, regionales, corporativas; acechanzas de otros poderes”, admitió Romero, en su nota de despedida de cuatro páginas.

No obstante, resaltó que se necesitó una voluntad inquebrantable para en su misión de consolidar la democracia.

“En un país de endeble institucionalidad, bastaba una decisión desagradable para que más que cuestionar la medida, se descalificó al órgano como tal. Se requirió una voluntad inquebrantable para seguir en la misión de consolidar la democracia (SIC)”, finalizó Romero.

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