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Redacción central

“Viveza” de los choferes enfrenta a vecinos alteños

A más de una semana de la flexibilización de la cuarentena en la ciudad de El Alto, la “viveza” de los choferes enfrenta a los vecinos alteños, ya que unos están dispuestos a pagar “lo que sea” con tal de llegar a sus destinos y los otros piden respetar las tarifas y las normas.

Las denuncias de la población a los medios de comunicación, así como a través de las redes sociales se hacen rutinarias, porque algunas personas reprochan que los choferes del transporte público, aprovechen de su necesidad para incrementar los pasajes, sobre todo en “horarios pico”.

“No es fácil acostumbrarse al horario de circulación, siempre nos pasamos después de las seis de la tarde, buscamos movilidad y las pocas que hay aprovechan para subir el pasaje a Bs1.50. Si reclamamos, nos dicen que esperemos otra movilidad y son bien alterados”, reclama un vecino que intentaba transportarse desde la calle 2 de la Ceja hacia el mercado Satélite.

El Alteño llegó al lugar para verificar el hecho, se pudo observar que a partir de las 18.00 horas las calles y avenidas poco a poco se van vacían. Hay filas de pasajeros que no respetan el distanciamiento social, unos que piden no cargar a los vehículos más de lo debido y otros desinteresados por las normas de bioseguridad piden llenar los minibuses de pasajeros.

En la avenida Tiahuanacu altura calle 2, bajo presencia de un par de vendedores, los últimos minibuses cargan pasajeros al tope, como si la peor de las tormentas estuviera a punto de caer. El temor es ser encontrados infraganti por parte la Policía, militares o funcionarios municipales y si no hay uniformados “no pasa nada” dicen los choferes.

MICROS SON LA SALVACIÓN

En medio del grito de los ambulantes que ofrecen diferentes productos, alrededor de las 19.00 horas, aparecen varios micros, unos rojos con destino a la zona Tacagua de La Paz y otros amarillos a la zona Santa Rosa o Cruce Achocalla, que están debidamente equipados y protegidos de acuerdo con las normas, sin embargo van contra la salud de la ciudadanía al no cuidar la bioseguridad.

Por considerarse la última esperanza de los pasajeros, los choferes, proceden al incremento del pasaje hasta Bs1.50, los usuarios les condicionan diciendo, “pero por favor no va cargar todo”. El conductor hace oídos sordos y continúa subiendo pasajeros y emprende viaje cuando presuntamente está lleno, pero en su trayecto sigue cargando pasajeros que encuentra a su paso. “Pero maestrito, por algo te estamos pagando 1.50, ya estamos llenos, vámonos”, dice otro usuario, pero el chofer continúa llenando de pasajeros.

“Nosotros subimos por necesidad, queremos irnos a nuestras casas, ya, hemos aceptado que nos cobren a 1.50, pero ni eso consideran, usted ha visto, le decimos algo al chofer y ni siquiera nos responde, hay otros que directamente nos botan, es lamentable la actitud de los choferes”, afirma otro de los usuarios.

SIN CONTROL 

En medio de las quejas de los usuarios y la actitud prepotente de algunos choferes, se nota la ausencia de los dirigentes, funcionarios municipales, la Policía o las Fuerzas Armadas (FFAA).

El ejecutivo de la Federación de Choferes Andina, Primero de Mayo, Víctor Tarqui, hace días advirtió a sus afiliados que no permitirá que “choferes vivillos” que hagan quedar mal a la organización, sin embargo, ahora, éste “brilla por su ausencia”, mientras los conductores arriesgan su salud y la de sus pasajeros.

POSTURAS

Al respecto, la activista alteña, Guadalupe Daza observa la falta de trabajo y coordinación de las autoridades ediles, responsabilizándolos de las principales falencias de la circulación del transporte público.

“Uno de los problemas que estamos atravesando día a día es que no hay transporte público. Se nos hace difícil llegar a nuestros destinos, eso refleja que la autoridad edil no conoce la realidad el pueblo, la falta de transporte público está generando mayor aglomeración de personas y eso puede ocasionar más contagios de coronavirus”, manifestó al pedir a las autoridades en Gobierno trabajar en normas para poner fin a las irregularidades.

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