Médicos del país comienzan a deprimirse en los hospitales
A un año y tres meses en que Bolivia enfrenta la pandemia con cifras que crecen a diario y con un personal de salud se ve agotado, que sin descanso y con recursos limitados contienen la emergencia sanitaria. A la par, se suma la depresión y traumas de este sector por la atención a pacientes con Covid-19.
“Tenemos un proceso de depresión, porque ponemos de nuestra parte en cada paciente, pero muchas veces no logramos salvarlos. Estamos muy agotados y deprimidos, pero también sabemos que nos hemos preparado para este tipo de emergencias”, detalla a ANF el médico cirujano, Jesús Moscoso, que actualmente atiende casos de Covid-19 en la ciudad de Trinidad.
El médico explica que a estos síntomas depresivos y malestar psicológico que se producen durante la pandemia de Covid-19 en el sector de salud, se suma la inestabilidad laboral.
“Muchas personas que trabajan en el área de atención, como médicos y enfermeros no tienen estabilidad laboral ni salarios. Desde hace seis meses en Trinidad no se les paga un salario y eso les genera más preocupación y depresión, es una situación muy preocupante”.
Y un temor también permanente en este sector, según afirma, es a enfermar, a contagiar a los familiares o a morir.
Un estudio detalla que el malestar psicológico, depresión leve o moderada a grave son algunas de las consecuencias del impacto de la pandemia del Covid-19 en la salud mental de los trabajadores de centros asistenciales.
REPORTE
Hace unos días, el presidente del Colegio Médico de Bolivia, Luis Larrea, informó que en esta tercera ola fallecieron al menos 50 médicos (varones y mujeres) a causa del Covid-19 y contagiados mientras encaminaban su trabajo de atención de la pandemia en sus respectivos centros de salud.
Esta situación llevó a los representantes de este sector a pedir el repliegue del personal de salud en centros que no cuentan con las condiciones necesarias de protección y atención.
Decenas de especialistas y residentes en hospitales usan las redes sociales para pedir a la población que mantenga las medidas de bioseguridad de manera disciplinada y así evitar un colapso mayor en el sistema de salud.
Ya en marzo de este año, un estudio de Amnistía Internacional, Internacional de Servicios Públicos (ISP) y UNI Global Union, determinó que al menos 17.000 profesionales de la salud han fallecido por Covid-19 en esta gestión, por lo que se instó a adoptar medidas urgentes para acelerar la vacunación de millones de profesionales sanitarios de primera línea en todo el mundo.
“Cada 30 minutos muere de Covid-19 un trabajador o trabajadora de la salud. Es una tragedia y una injusticia. El personal sanitario de todo el mundo ha arriesgado su vida para intentar protegernos frente a la Covid-19 y, sin embargo, en demasiados casos lo han hecho sin contar con protección alguna, y han pagado el peor precio por ello”, afirma Steve Cockburn, director de Justicia Económica y Social de Amnistía Internacional.
“Seguimos en primera línea, seguimos dando nuestra vida por el país”, dijo hace unos días, Luis Larrea, presidente del Colegio Médico de Bolivia, al momento de exigir mejores condiciones para el personal de salud y garantizar la adquisición de vacunas para todo el país.