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Redacción Central

Un yatiri ayuda a encontrar un cadáver leyendo la coca

“Achachila, achachila ¿dime donde está la wawa?, decía el Yatiri mientras hojeaba las hojas la coca que las lanzaba sobre un pequeño aguayo y de pronto dijo “Ukankiw”. “Ahí está la wawa, van a encontrar”, agregó el samio aymara asegurando que la coca no miente.

Se trata de una familia desesperada que recorrió al poder del yatiri (sabio andino) para que los ayude a encontrar a la niña de siete años quien en enero fue arrastrada por el desborde del río Palluni, en el municipio de Laja, provincia Los Andes del departamento de La Paz.

“Los padres recurrieron a un yatiri. Él yatiri les dijo dónde estaba el cuerpo, no le falta nada, tiene las extremidades completas, el cuerpo está entero”, es lo que había dicho el según comentó después el policía, William Quispe.

La niña Mariela Roque, había salido el 31 de enero de su precaria vivienda que está ubicada en el municipio de Laja, para arrear a sus ovejas. Esa tarde granizó como nunca y la obligó a pasar por el crecido río del lugar. Estaba sola ya que sus padres estaban en el campo tratando de rescatar su cosecha. 

Debido al barro y la lluvia, una de sus ovejas quedó atrapada en el lodo cerca al río. La menor la trató de rescatarla y resbaló cayó al torrente. Trató de nadar para salvarse en medio de gritos y llanto, pero el río fue inclemente y la arrastró kilómetros abajo. Los padres la buscaron hasta la noche, más nunca la encontraron.

Desde ese terrible día, no hubo consuelo para sus angustiados progenitores quienes fueron por todo lado para que los ayuden a encontrarla. Se organizaron grupos de búsquedas con comunarios, policías y bomberos que luego de casi dos meses, decidieron suspender la búsqueda, porque no había rastros de la niña. 

LA MANO DEL YATIRI

Solos en su desesperación, los padres recurrieron a un sabio andino. Algunos conocidos de la familia y vecinos les contaron que era un yatiri un poco anciano con gran sabiduría. 

Esperanzados como si fuera una luz en la oscuridad, los padres no lo pensaron dos veces y fueron a conocer al sabio aymara. Al llegar a su casa, le suplicaron ayuda.

El anciano aceptó y puso sobre una mesa de aguayo, alcohol y hojas sagradas de coca, invocó a los achachilas para que lo guíen. El sabio afirmó que “su cuerpito está bien y vestidito”.

En una especie de corazonada, el yatiri apuntó a la comunidad Cohachijo del municipio de Pucarani donde después los padres fueron acompañados por agentes del orden y autoridades locales para que los acompañen.

Contra todo pronóstico y tras casi 100 días de búsqueda, al fin hallaron a la niña, sepultada debajo del lodo, tal como les dijo el yatiri.

Era la pequeña Mariela Roque, que aún estaba vestida con la misma ropa con la que sus padres la vieron por última vez. Era para no creer y hasta los mismos policías quedaron estupefactos con el hallazgo.

EL PROBLEMA

Luego de hallar el cuerpo, los padres de la víctima tropezaron con otro problema. Los comunarios se opusieron a que los restos de la menor fueran sacados del lugar.

Según contaron los padres, los pobladores consideraban el hallazgo de “buena suerte” para sus cosechas y querían sepultarla en el sector y se hizo todo un lío.

NEGOCIACIÓN

Autoridades aymaras, municipales y policías tuvieron que intervenir. Los comunarios se opusieron e insistieron que el cadáver se enterrara en su municipio. Tras varias horas de negociación, al fin se logró llegar a un acuerdo y el cuerpo fue entregado a sus padres.

Tras una misa, sus progenitores la llevaron hasta el “camposanto” de su comunidad la tarde del jueves, ya que estaba en avanzado estado de putrefacción.

El cuerpo de Mariela fue enterrado en medio de una ceremonia tradicional andina, con la presencia de autoridades campesinas y aymaras.

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