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Redacción central

Dolientes viajan hasta las provincias llevando fallecidos

Don Antonio, de aproximadamente 70 años de edad, llegó hace una semana de su comunidad a la ciudad de La Paz y lo primero que hizo fue bañarse, al día siguiente amaneció enfermo. Cinco días después murió y su familia asegura que fue a causa de hemorroides y no por coronavirus. Su último deseo fue ser enterrado en su comunidad de la provincia Manco Kapac.

El sepelio reunió a familiares y vecinos de la zona en la que vivía don Antonio. “Solo se ha bañado, después se ha enfermado y ha ido empeorando. No hemos podido hacer nada, no había cómo y en el hospital no había espacio para que lo atiendan, y ha muerto no más. No ha muerto con coronavirus”, aseguró uno de sus hijos, sin dar muchos detalles como si tenía fiebre o tos o algún otro síntoma del virus.

En tiempos de pandemia, las dudas crecen sobre cómo y por qué llegó a fallecer una persona. Para don Antonio sí hubo un velorio, pese a que las autoridades en salud prohibieron la concentración de personas para evitar el contagio con coronavirus y en el sepelio muchos le dieron el último adiós. La mayoría no llevaba el tapabocas ni mantenía la distancia recomendada y darse la mano fue de lo más normal, como si el virus no existiera.

“Mi esposo no murió con coronavirus, tuvo una muerte natural, no podemos decir que ha sido el virus, no podemos alarmar a la gente sin motivo”, dijo la mujer que estuvo al lado de su compañero en sus últimos días.   

PANORAMA

Ese día, cuando enterraron a don Antonio, al menos tres entierros más se realizaron esa jornada en diferentes municipios del departamento de La Paz. El primero pasando el estrecho de Tiquina del lago Titicaca, otro llegando al municipio de Huarina y otro en proximidades de Pucarani.

En todos los sepelios, el panorama era el mismo: concentración de gente, escasas medidas de bioseguridad y nada distanciamiento. En la mayoría de los entierros, negaron que el difunto haya fallecido con coronavirus, como si fuera un delito haber sucumbido por la enfermedad que en el mundo se lleva miles de almas.

“Era mi primo más querido, hemos nacido juntos en La Paz, pero siempre venía de vacaciones a su comunidad, donde sus padres nacieron, era donde más le gustaba estar. A veces bromeábamos de que moriría en este lugar a orillas del lago Titicaca; se ha ido, era muy joven y no tenía hijos; de un momento a otros apareció enfermo”, aseguró su amiga y vecina de Miraflores.

CEMENTERIO GENERAL

El Municipio de La Paz prohibió la pasada semana, que personas fallecidas de jurisdicciones ajenas sean enterradas en el Cementerio General para evitar un colapso, ya que a cusa del coronavirus los sepelios y cremaciones se fueron incrementando “sorprendentemente” por fallecidos con Covid.

De acuerdo con el alcalde Luis Revilla, los difuntos eran traídos de provincias y de la ciudad de El Alto, que no cuentan con un horno crematorio público. Don Antonio pudo ser enterrado en el Cementerio General, pero su familia llevó sus restos a su pueblo.

No es el único caso, residentes de provincias optan por la misma decisión y por tradición mantienen los velatorios y sepelios con la presencia de familiares, parientes y vecinos.

VILLA INGENIO

El bloqueo al relleno sanitario de Villa Ingenio, en El Alto, impidió el martes que al menos once difuntos no fueran enterrados en el cementerio que está cerca al vertedero del Distrito 13 (D-13), por lo tanto, los cuerpos fueron devueltos a sus hogares sin la más mínima consideración del dolor de los familiares.

Pobladores del Exfundo Villa Ingenio cumplen desde la pasada semana el bloqueo al relleno, porque aseguran que los contamina y no se hace un manejo adecuado de los desechos de hospitales y de barbijos, por lo que demandan al Municipio alteño su cierre.

Mientras otro grupo de pobladores advirtieron con intervenir el bloqueo, en caso de que la Policía no lo hiciera. Mientras las calles, plazas y parque de El Alto se llenan de basura, generando preocupación en los vecinos por la contaminación a la par del peligro del Covid-19.

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